¡Decime, hablame de “vos”: somos ticos!
Por:
Hugo Mora Poltronieri
para
PERIODICAMENTE DIGITAL©

Entre los rasgos que nos hacen diferentes a los ticos o costarricenses, como latinoamericanos con una cultura propia, está el voseo. Es ese uso que hacemos del pronombre vos cuando hablamos con alguien de nuestra confianza o a quien consideramos de nuestro mismo nivel. El pronombre puede estar explícito, como cuando decimos: ¿vos leés esta página web?; yo sé que vos sos tico; ¡decime vos dónde hay justicia! O, ímplicto, en cuyo caso diríamos: ¿leés esa página web?; yo sé que sos tico; ¡decime dónde hay justicia! (Aclaremos: decime, jamás el chocante tuteo del dime en labios de un tico, algo últimamente tan frecuente).
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Entendamos, de paso, que si la persona con quien hablamos nos inspirara respeto (por su edad o por su posición), no la trataríamos de vos sino que usaríamos con ella el tradicional pronombre de cortesía de segunda persona del singular, es decir, el usted: ¿Usted lee esta página web?; yo sé que usted es tico; ¡dígame usted dónde hay justicia! O, simplemente: ¿lee esta página web?; yo sé que es tico; ¡dígame dónde hay justicia!.
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Lo anterior ejemplifica el uso tradicional que tenemos los ticos para tratarnos cuando hay confianza (vos) y cuando no la hay (usted). Debe quedar claro, además, que el uso de cualquiera de los dos pronombres exige el empleo de formas verbales diferentes, cuyo uso se ha hecho automático desde la infancia y la escuela.
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A nadie se le ocurriría decir cosas como: ¿usted leés esta página?; yo sé que vos es tico; etc. Es decir, desde muy temprano en Tiquicia aprendemos a diferenciar las formas verbales que deben usarse con cada uno de esos dos pronombres.
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Por lo que muy raramente alguien que sea tico de nacimiento incurrirá en tales adefesios gramaticales.
En relación con lo indicado en el párrafo anterior, conviene llamar la atención sobre dos fenómenos sociolingüísticos notables: uno es el de personas que, teniéndose mucha confianza (esposos, por ejemplo), se tratan siempre de usted; y, a la inversa, jóvenes que tratan de vos a sus mayores o a personas desconocidas y hasta de cierta jerarquía; el otro, que el voseo no afecta a la segunda persona del plural: ustedes es tanto el plural de usted como de vos, caso interesante en donde desaparece la distinción hecha entre el uso íntimo dado al vos y al formal usted, en el singular.
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El voseo se da en la mayor parte de la América hispana, aunque en grado diverso, según afirma el reciente Diccionario Panhispánico de Dudas (2005), escrito en colaboración entre la Real Academia Española y las correspondientes de la lengua española en nuestro continente (2005). No es, pues, un fenómeno exclusivo de nuestro país, ni tampoco, por comparación con el tuteo, una forma inferior, incorrecta o que implique menor prestigio, como creen últimamente no pocos coterráneos.
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Sin embargo, en las últimas décadas se ha introducido en algunos sectores de nuestro país la moda de sustituir el vos por el tú. Pero es una sustitución lamentable, no solo por la pérdida de identidad que implica, sino también por la confusión que se hace en el uso de formas verbales que, en Costa Rica, no son las de un uso ortodoxo ni del vos ni del tú. A no pocos ticos hemos oído responder a una pregunta nuestra con un dime (¡decime, hombre!) para luego seguir tratándonos de vos.
O no pocas agencias de publicidad cobran un dineral por preparar un anuncio para el producto X, diciéndonos algo así como: Vení, aquí tienes lo que tanto buscás y ahora puedes comprar al mejor precio (en donde el vení y el buscás son formas verbales del vos y el tienes y puedes del tú). ¡Ah, no! En el uso de la lengua propia, como en la vida, se es o no se es.
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Si lo que queremos en pasar por cultos, educados, refinados, etc., pero con poca consideración para el terruño y lo autóctono, entonces usemos en toda la construcción el tuteo; pero si nos interesa respetar la idiosincracia nacional y no maltratar a la lengua que nos legaron las anteriores generaciones, pues a darle su lugar al voseo, con sus formas verbales propias.
Desgraciadamente, varios factores se han confabulado para llegar a este estado de cosas. Citemos, en primer lugar, la influencia del cine, la televisión, las canciones, los libros y revistas que nos llegan, ya sea de países del tú (España, México, Venezuela, etc.); o bien, esos mismos agentes culturales llegados de otras latitudes y lenguas, pero traducidos o doblados (cine y TV) para nosotros en sus países de origen por individuos acostumbrados desde la cuna al tuteo.
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En segundo lugar, la llegada al país de emigrantes procedentes de Chile, Venezuela y Cuba, principalmente, muchos de los cuales establecidos en lugares desde donde influyen sobre su público (colegios, universidades, prensa, televisión, etc.), son otro factor nada despreciable para esta invasion del tú.
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Finalmente –y no menos importante- está la tradicional manía del tico de copiar (¡y mal!) todo lo que venga de afuera, a lo que se atribuye indebidamente un valor superior a lo autóctono, que es visto como poco refinado y de nulo o escaso prestigio.
Pero quizá lo más lamentable de todo es que a nadie se le haya ocurrido que el voseo forma parte de nuestro patrimonio cultural. Tan valioso para nuestra identidad como la bandera, el himno, la guaria morada, el gallo pinto, etc. Ni la escuela, ni el colegio, ni las universidades (hablando en términos generales), ni siquiera el Ministerio de Educación, se han preocupado por estimular su enseñanza formal.
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Todo lo contrario: se insiste en el tú y en sus formas verbales, lo que sería laudable como ampliación cultural si no fuese que con ello se pretende ignorar la existencia de lo otro, tan vivo aún en los hogares, en las calles, en los mercados, incluso en las páginas de Magón y Aquileo, etc.
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A decir verdad, nuestro voseo –a diferencia del existente en otros países americanos- muy poco difiere del paradigma o modelo verbal del tú. En los tiempos simples del indicativo y el condicional, la única diferencia se da en el presente. Donde el tuteador dice: tú cantas, tú comes, tú vives, el voseador dice: vos cantás, vos comés, vos vivís. Y en el presente de subjuntivo, donde el primero dice: tú cantes, tú comas, tú vivas, el segundo dice: vos cantés, vos comás, vos vivás.
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La última diferencia se da en el imperativo: canta, come, vive frente a cantá, comé, viví. Si se quiere perseverar en el buen uso del vos y, sobre todo, si se es comunicador de profesión, se sugiere tener siempre a mano uno de los muchos prontuarios dedicados a la conjugación. Si bien es probable que allí no aparezcan las formas verbales del vos, con las indicaciones dadas anteriormente y recordando lo aprendido como hablante tradicional del vos, no será difícil elaborar un cuadro completo del paradigma que le corresponde (incluso para los verbos irregulares).
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Como dato final, recordemos que no hay diferencia tampoco en la forma “te” , ni en el posesivo “tuyo”, ambas del tú, como cuando un tuteador dice: Te devuelvo el libro tuyo; pues un voseador también diría: Te devuelvo el libro tuyo.
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En resumen: en este trabajo no se pretende denigrar el tuteo que, en boca de los que lo han aprendido como parte de su lengua materna, resulta agradable y legítimo. Lo que resulta pesado, pretencioso y hasta ridículo es oírlo o leerlo de parte de ticos “más ticos que el aguadulce”.
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Sobre todo cuando no lo saben usar pues en el curso de una conversación o un texto usan indistintamente el tú y el vos, pero confundiéndose en el uso de las formas verbales que corresponden a uno y otro pronombre. Lo más sensato, como ticos, seria utilizar entre nosotros y en confianza solo el vos …
¡tal como lo mamamos desde la cuna!